viernes, 31 de julio de 2009

Una restauración noventista

MACRI Y EL FINO PALACIOS

Por Facundo Aguirre

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Con la designación al frente de la nueva policía porteña de Jorge “Fino” Palacios, Mauricio Macri se ha puesto en evidencia. El designado Palacios es uno de los represores de la Plaza de Mayo el 20 de diciembre del 2001, co-responsable del asesinato de cinco manifestantes y decenas de heridos. Pero su prontuario no se reduce al papel de represor, sino que tiene causas abiertas por las sospechas de complicidad con el atentado de la AMIA y los secuestradores de Axel Blumberg.




El papel a jugar por la nueva fuerza que va a encabezar Palacios fue definido por el ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Guillermo Montenegro, quien declaró a Radio 10 que la Policía Metropolitana tiene que erradicar los piquetes “(...) hay que hacer cumplir la ley. Hay leyes que dicen que las calles no pueden ser cortadas. (...) La falta de respeto a las leyes, ha hecho muy complejo moverse por la Ciudad (...)”. Recordemos además que Mauricio Macri fue el único representante de la nueva derecha que se animó a defender públicamente el retorno a las privatizaciones indiscriminadas de los ’90 durante la campaña electoral. Como declara Montenegro, su posición está justificada porque “La gente está reclamando que haya orden en la Ciudad de Buenos Aires”.

Democracia de los propietarios

Macri encarna en este sentido una restauración noventista que garantice el orden contra las movilizaciones populares, la tranquilidad de los sectores acomodados y los grandes negociados empresariales en la Ciudad de Buenos Aires. Está haciendo real, dándole carnadura en la figura de un represor declarado, su viejo llamado del 2007, cuando triunfó por primera vez en la ciudad de Buenos Aires, a dejar atrás “el siglo de los derechos humanos” para iniciar “el siglo de las obligaciones ciudadanas” (Página 12 25/06/07). El macrismo encarna los principios de aquel viejo pensador reaccionario, Edmund Burke (1729/1797), para quien los pretendidos “derechos del hombre” que instauró la Revolución Francesa, permitieron la destrucción de las mejores tradiciones francesas dando lugar al gobierno de la plebe. Burke, para quien el “dinero es el sustituto técnico de Dios” era partidario de un gobierno de las elites que garantizaran la mayoría del principio de propiedad contra el principio de la democracia “como las fuerzas ideales representan una vivísima y poderosa expresión de actividad, mientras que el principio de la propiedad es un factor por naturaleza inerte y tardo, este último no podría seguramente hacer frente a la violencia de las primeras, sino a base de estar representado en mayoría predominante, por encima de todo criterio proporcional” (Reflexiones sobre la Revolución francesa).

Macri se ofrece como representante de los sectores acomodados de las clases medias y altas que crecieron y fortalecieron gracias al usufructo de la renta agraria e inmobiliaria beneficiándose de la política del progresismo kirchnerista. Estos sectores protagonizaron el cacerolazo fashion del 2008 en apoyo a los sojeros, en clara oposición y rebeldía contra lo que consideran la demagogia populista y ante el temor de que la crisis social amenace su tranquilidad y la seguridad de sus bienes. El PRO representa la prepotencia social de las elites que pretenden que la democracia para ricos los considere a ellos los únicos y exclusivos ciudadanos.



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lunes, 27 de julio de 2009

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sábado, 25 de julio de 2009

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jueves, 23 de julio de 2009

A 61 años de la creación del Estado genocida de Israel

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domingo, 12 de julio de 2009

Claves de la Política Internacional: La injerencia norteamericana en Honduras

Mirá el informe completo aquí en tvPTS.tv

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jueves, 9 de julio de 2009

Claves de la Política Internacional: Crisis en Irán

Entrevista al periodista y docente de la UBA - Pedro Brieger

Ver Entrevista Completa AQUI en www.tvPTS.tv

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martes, 7 de julio de 2009

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jueves, 2 de julio de 2009

Las elecciones abrieron una crisis política nacional

Por Manolo Romano y Ruth Werner

El resultado de las elecciones del 28J derivó en la apertura de una verdadera crisis política nacional. La “gobernabilidad” que fue esgrimida como argumento ante la crisis capitalista internacional para el adelantamiento de las recientes legislativas y su transformación en un Plebiscito General, terminó siendo lo que quedó en crisis. El gobierno y el peronismo fueron derrotados en su propio terreno, la provincia de Buenos Aires que habían elegido para “jugar de local” y con el “mejor candidato”, el gobernador Scioli, para acompañar al propio Kirchner. A todo o nada, se quedaron sin nada: el gobierno intenta capear la situación echando lastre como con la renuncia del Ministro de Transporte Jaime pero es tarde. Ha quedado debilitado en la provincia más importante del país. El principal partido del régimen, el PJ, está dirigido por los perdedores de la elección, incluyendo a Moyano a su vez al frente de la CGT.




La mentada “reorganización del peronismo” está así dificultada por la desautorización de su actual conducción. Reutemann, el ganador en su provincia que podría realinear a todas las fracciones hacia las presidenciales acaba de desconocer a Scioli como jefe del PJ, mientras los menemistas como Romero son recibidos por De Narváez que a su vez mantiene una alianza con Macri que tensiona hacia un proyecto político por fuera del peronismo. En tanto en el pan-radicalismo, Cobos es quien se ha posicionado como la figura presidenciable eclipsando a Carrió, pero el Acuerdo Cívico de conjunto sigue sin mostrarse como una alternativa estable de gobernabilidad para la burguesía ni poder superar la frontera del voto antiperonista tradicional. El bloque agrario consigue bancas en distintas listas, pero no un partido que sea alternativa de poder. La “crisis de gobernabilidad” no es sólo producto de la derrota oficial sino también de la falta de un partido de sus opositores patronales que pueda acudir en reemplazo del fin de ciclo kirchnerista. Estamos ante una nueva evidencia de una crisis en el régimen de partidos que se muestra fragmentado.

Esta crisis estratégica de la clase dominante no puede hacer perder de vista que la elección expresó, coyunturalmente, el giro a la derecha de amplios sectores de las clases medias que se venía dando desde el conflicto con el campo. El triunfo electoral tanto de De Narváez como de los sojeros Reutemann en Santa Fé y Cobos en Mendoza, ha sido leído por las corporaciones patronales como una señal. La unidad que no consiguen partidariamente, la están intentando las corporaciones patronales. La UIA fue la vanguardia en proponer unificarse con la Mesa de Enlace agraria, para imponer condiciones. “En breve se le sumará el resto del Grupo de los Siete (G-7), que también incluye a la Bolsa, los bancos, las constructoras, el comercio y el campo. El objetivo es ‘abrir nuevos canales de diálogo’ para imponer una serie de reclamos que arrastraban desde antes de los comicios: postergación de las negociaciones salariales por la crisis, rebaja de impuestos y retenciones, coto a la intervención del Estado en la economía y reapertura de las negociaciones con el Club de París y los bonistas que rechazaron el canje de 2005” (Crítica 1/7/09). El frente de las corporaciones patronales intenta por ahora una política de sitiar al desgastado gobierno de los Kirchner para imponer sus condiciones, tratando de que la sangre no llegue al río de una desestabilización. Esta presión incluirá necesariamente ataques a los trabajadores para modificar en el terreno la relación de fuerzas.

El resultado de las elecciones y la clase trabajadora

La clase trabajadora de las grandes concentraciones de la provincia de Buenos Aires acaba de expresarse mayoritariamente en apoyo al gobierno con un voto conservador, en especial en los sectores sindicalizados en los que se apoya la CGT, donde caló la propaganda oficial de “mantener lo conquistado”. El resultado de la elección abre una crisis en esta conciencia ante la defección de sus supuestos “protectores”. En tanto, un sector de la clase trabajadora ‘no peronista’ de la Capital, mayoritariamente docentes, estatales y de los servicios, fue un componente del apoyo que recibió el emergente de Pino Solanas como expresión de un discurso contra la derecha macrista gobernante y un intento de superación ‘por izquierda’ del kirchnerismo. Tanto los que tienen ilusiones en esta nueva variante, como aquellos trabajadores que en la industria olfatean que el triunfo de la alianza neomenemista de De Narváez envalentonará a las patronales, tendrán planteado enfrentar acontecimientos convulsivos en la crisis política nacional que está en curso.

Las fuerzas de la clase trabajadora están intactas y darán duras luchas de resistencia, más allá de los niveles de conciencia con que sus distintos sectores entren a la lucha y despierten a la vida política. La crisis capitalista que se ha iniciado a escala internacional mostrará la intransigencia de la que es capaz la clase empresaria que buscará por todos los medios alistar sus instrumentos contra los trabajadores. El abogado de las patronales Julián A. de Diego (quien fuera defensor de los viejos dueños de Zanon) ha planteado el enemigo a vencer: “lo que ha crecido es un cierto estado de rebelión en el mundo laboral, que ni siquiera está promovido en forma explícita y mucho menos controlado por los sindicatos y sus líderes. (...) el estado asambleario creado en muchas empresas líderes o con grandes dotaciones, a propósito del cuestionamiento a la representatividad de los distintos estamentos de la estructura sindical”. (El Cronista, 29/06/09).

Tenemos plena confianza que en este proceso madurará la experiencia política con el peronismo, y las ilusiones en la centroizquierda serán un fenómeno pasajero porque no se puede parar a la derecha con discursos. Los dirigentes de la CGT que participan en la conducción del PJ y buscan el “pacto social” con los empresarios no dudan en mandar las patotas de matones contra los trabajadores que se organizan para resistir despidos. Los dirigentes de la CTA que alientan el proyecto de Pino Solanas no tuvieron ningún empacho en ubicarse en el campo de las patronales agrarias en medio de un lockout patronal que fue el que le dio base al actual corrimiento a la derecha, y fue el propio Víctor De Gennaro quien dijo que había que construir un movimiento político que exprese a los miles y miles que estaban en la ruta.

Tanto para defenderse de los ataques que las patronales lancen contra lo conquistado como para impedir que la resolución de la crisis política nacional derive en un cambio hacia la derecha impuesto por los bloques patronales que acaban de salir triunfantes de las elecciones, se necesita conquistar la más intransigente independencia política de la clase trabajadora. La campaña que con el Frente de Izquierda hicimos en las elecciones por esta perspectiva no tiene ningún futuro si no la continuamos con una pelea en las propias organizaciones de lucha, en los sindicatos y en los lugares de trabajo, para conquistar una poderosa corriente clasista que impulse la construcción de un partido de trabajadores.


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‘Trabajame, contagiate’

Mientras los expertos sanitaristas y la propia ex ministra de Salud, Ocaña, habían aconsejado suspender las elecciones para evitar la propagación del virus de Gripe A, y la provincia de Buenos Aires es la que concentra más casos de enfermos, el gobierno y la justicia decidieron mantener “la madre de todas las batallas” en una actitud que raya lo criminal. En lugar de estar en función de informar las medidas de prevención y la verdadera gravedad de la pandemia, el aparato de “información” del Estado y los medios de comunicación actúan al servicio de la propaganda de uno u otro bando capitalista, es decir de su propia reproducción, a costa de la salud del pueblo. Días después de las elecciones, el diario de De Narváez, El Cronista, titula en su tapa “La pandemia de Gripe A amenaza con paralizar la actividad económica” y calcula: “Por cada día sin actividad, el país puede perder hasta u$s 500 millones, como equivalente al 50% del Producto Interno Bruto diario” (1/07).‘Trabajame, contagiate’, podría resumir el matutino del empresario Diputado de Unión Pro. El nuevo ministro de Salud, Juan Manzur, declaró al asumir que “Hay medidas simples y concretas que hay que ir tomando en esa dirección que pasa desde ciertas medidas de higiene personal, de seguridad, y criterios estrictamente técnicos y sanitarios”. Ni una palabra de dar asueto para los millones que viajan a sus lugares de trabajo hacinados en el transporte público, otro de los principales lugares de contagio como denuncia el Cuerpo de Delegados del Subte.


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