miércoles, 24 de junio de 2009

Elecciones 2009: Debate PTS - PO - MST - Proyecto Sur

Organizado por "El Viejo Topo- Poder Estudiantil"
Ver Debate completo AQUI en www.tvPTS.tv

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martes, 23 de junio de 2009

Convocatoria abierta para fiscalizar

Este 28J en las elecciones defendamos el programa del único "Frente de Izquierda y los Trabajadores, Anticapitalista y Socialista" para que las crisis la paguen los capitalistas


En estas elecciones nacionales las distintas variantes patronales, oficialistas y opositoras, se enfrentan entre ellas para ver cuál impone su modelo de ajuste ante la crisis capitalista que ya amenaza las condiciones de vida de los trabajadores y sectores populares. Urge entonces que este 28J defendamos las ideas de todos aquellos que luchamos y nos organizamos para que la crisis la paguen los capitalistas y que alentamos para ello la construcción de una herramienta política propia de los trabajadores. Estas dos ideas importantísimas quisimos propagandizar en nuestra campaña electoral desde el PTS en el "Frente de Izquierda y los Trabajadores, Anticapitalista y Socialista", intentando llegar a todos esos millones de trabajadores, jóvenes y mujeres que empiezan a ver que, a partir de esta crisis histórica, podemos construir otra forma de organización social alejada de las miserias que impone este sistema de explotación.






Miles de militantes de estas dos grandes ideas hemos puesto todo nuestro esfuerzo para llegar a cada fábrica, empresa, dependencia estatal, a cada colegio y a cada universidad. Hemos militado las calles, con pintadas y afiches, y hemos tratado de aprovechar, a pesar de la adversidad, cada segundo que dispusimos en los medios de comunicación para expresar nuestro programa. ¡Hasta utilizamos nuestro propio medio! (El canal de TV de la izquierda www.tvPTS.tv), tratando desde todas las iniciativas que tuvimos poder contrarrestar la campaña millonaria de oficialistas y opositores, que cuentan con financiamiento empresario.

Nosotros en esta campaña electoral hemos puesto en juego nuestro único capital disponible: la convicción de que la crisis la tienen que pagar los capitalistas, y que para eso es necesario que el conjunto de los explotados y oprimidos se organice, dotándose de una herramienta política que le permita de una vez por todas romper con sus cadenas.
Ahora es necesario que esas ideas sean defendidas. El domingo votan millones de personas, y miles de mesas serán distribuidas por todo el país. Tanto el gobierno como la oposición cuentan con sus fieles "muchachos" que les cuidan los votos, más todo tipo de mecanismos que bien conocemos.

Desde el PTS en el "Frente de Izquierda y los Trabajadores, Anticapitalista y Socialista" llamamos públicamente a todos aquellos que quieran defender estas ideas el domingo. Ya miles de militantes del Frente se han anotado para fiscalizar que estas ideas se pronuncien, necesitamos miles más que quieran defender cada voto que exprese que los capitalistas son quienes tienen que pagar la crisis que ellos generaron. Necesitamos que se pronuncie fuerte la voz de aquellos que luchamos porque los trabajadores tengan la herramienta política que les permita vencer.

Para colaborar como fiscal del único "Frente de Izquierda y los Trabajadores, Anticapitalista y Socialista" este 28J, escribinos a: contratiemposcp@googlemail.com especificando el municipio en el cual votás.

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lunes, 22 de junio de 2009

El agro argentino, una pieza en el tablero de las multinacionales

Entrevistamos a Pablo Anino (Economista y Docente de Ciencia Política) y Esteban Mercatante, autores del artículo “Renta agraria y desarrollo capitalista en Argentina” publicado en Lucha de Clases nº 9, de reciente aparición.


Con el conflicto entre el gobierno y las patronales agrarias, se ha debatido mucho sobre el campo argentino. ¿Qué se propusieron ustedes con este artículo

P. A: El lock out iniciado en marzo de 2008 fue el factor central -junto a la estatización de las AFJPs- que llevó a importantes realineamientos en la burguesía. Empieza a haber rasgos de un nuevo consenso burgués expresado entre otras cosas, en las negociaciones para reunir al Grupo de los Siete, que nuclea a las principales corporaciones empresarias, y en los cambios en la cúpula de la UIA, de tinte más liberal. Estas movidas apuestan a limitar los elementos de arbitraje en la economía con los cuales el kirchnerismo viene administrando el agotamiento del esquema de dólar caro. En el marco de esto, las patronales agrarias reclaman mayor protagonismo en la puja en la definición de los cambios económicos. Nosotros buscamos aportar al análisis del conflicto a la luz de las transformaciones que se dieron en el sector agropecuario en las últimas décadas.

E. M: El artículo se centra en tres aspectos: el primero, es analizar críticamente el discurso sobre la modernización del agro pampeano. El segundo es analizar la nueva relación entre propiedad y explotación que se ha dado con el surgimiento de los pools de siembra y las grandes sociedades agropecuarias, desmitificando la idea de que habría desaparecido la gran burguesía terrateniente tradicional (léase, los “oligarcas”), y mostrando también la profunda asociación -novedosa- entre pequeños propietarios y grandes capitalistas, que se expresó en el conflicto con el gobierno en la estrecha unidad de la SRA, CRA, FAA y Coninagro. Y tercero, analizar los efectos que tiene la existencia de la renta agraria diferencial sobre el desarrollo del capitalismo argentino, tanto si es apropiada parcialmente por el Estado para dirigirla a otros sectores industriales como si esto no sucede. Durante el conflicto, se escribieron ríos de tinta sobre la oportunidad que el país estaba desperdiciando al trabar el desarrollo agropecuario con impuestos crecientes, no premiando la producción.

P. A: Desde hace décadas se viene escribiendo sobre la “revolución de las pampas”, un proceso de desarrollo que no se detendría en el campo, sino que también permitiría un peso creciente de una agroindustria próspera, a la vez que generaría crecientes saldos exportables. Además, se pone de relieve el carácter vanguardista una nueva burguesía agraria, los “chacrers”, que serían quienes están a la cabeza del proceso. Pero la realidad, como mostramos en el artículo, es bien diferente. Aunque en las últimas décadas aumentaron significativamente los rendimientos en la agricultura, eso no es algo que haya sucedido exclusivamente en el país, sino que es parte de un proceso global. Este proceso ha sido comandado por las grandes multinacionales semilleras, es decir Monsanto, Nidera, Syngenta, Dow y unas pocas más, que en las últimas décadas adquirieron un peso preponderante en la provisión de semillas, y desde el manejo de este insumo básico pueden moldear las condiciones técnicas de toda la producción agropecuaria. Fue Monsanto la que, en alianza con los capitales financieros deseosos de meterse en el sector, impulsó la extensión del cultivo de soja de la mano de la siembra directa y la conformación de pools agropecuarios.

E. M: Del otro lado de la cadena, las grandes cerealeras y aceiteras concentran en sus manos la exportación, tanto de los granos sin procesar, como de los aceites y harinas. La participación de capital extranjero en estas ramas es hoy abrumadoramente mayoritaria, y están además íntimamente asociadas con los administradores de puertos y empresas de transporte. Los proveedores de insumos y los que manejan la exportación, definen qué se produce y cómo se produce. Por lo tanto, esta “revolución de las pampas” ha significado la creciente subordinación de la producción agraria pampeana a las decisiones globales de un puñado de multinacionales. La producción en el país responde cada vez menos a necesidades locales. Por eso ha crecido el monocultivo de soja que degrada los suelos. A esto se suma el uso de “agrotóxicos” como el glifosato que, aunque los grandes jugadores del sector y organismos públicos como el SENASA lo nieguen, genera daños irreparables al ecosistema y está afectando la salud de la población rural.

La extensión de monocultivo que mencionaron se ha traducido en crecientes dificultades para que los trabajadores accedan a consumos elementales.

P. A: Sí, se viene registrando una acelerada sustitución de producciones tradicionales. Lo primero que se dio es una creciente “agriculturización”, es decir que las mejores tierras de la pampa húmeda, antes dedicadas a la ganadería, hoy se destinan a la agricultura, mientras que el ganado se ha desplazado a las tierras periféricas y hoy se hace cada vez más en feedlot, es decir sin dedicar tierras al pastoreo sino engordando el ganado con maíz. Y dentro de este proceso, cultivos predominantes de la región como el trigo, básico en la producción de alimentos en el país, o el girasol y maíz de importante utilización, son sustituidos por la soja, es decir un grano que tiene poco peso en el consumo local, y que es utilizado en china como forrajera para alimentar cerdos. Hasta ahora, la pérdida de área cultivada ha sido compensada por un aumento de los rendimiento, y por eso, salvo en el caso del girasol no disminuyo la producción.

E. M: La tendencia es a la disminución de la producción en todos los cultivos, además de la producción de carne y leche. Es que la producción sojera ofrece beneficios formidables, gracias al ahorro de trabajo que significa la siembra directa. Esta significa que casi no se hace labores sobre la tierra, se mantienen los rastrojos de los cultivos previos, y por lo tanto se necesita poco trabajo para preparar la tierra, que por lo general se contrata junto con la maquinaria. Otras producciones que son rentables, no como los cultivos pampeanos tradicionales, la ganadería o la producción lechera, no pueden ofrecer los mismos niveles de renta y ganancia que la soja. Por eso en el capitalismo hay dos variantes: o suben los precios de esas producciones alternativas para mejorar la ecuación, o cada vez más tierra se dedica a la soja en detrimento de otras producciones. En algunos casos la sustitución puede no tener vuelta atrás, como es el caso de los frutales o tambos. Las consecuencias para los consumos populares ya se empezaron a ver con la tendencia a la suba de precios de la carne y la harina en los últimos años. Aunque el gobierno haya salido a negarlo, es probable que el año próximo haya que exportar carne y trigo para sostener el consumo. Pero claro, la burguesía tiene otra alternativa: que los trabajadores se resignen a comer menos carne. Representantes de los frigoríficos expresaron la confianza en que el menor consumo de carne por parte de los sectores de menor poder adquisitivo debido al aumento de los precios -es decir gracias a que ellos facturarán y ganarán más- desincentivará el consumo. Recordemos también que el “chacarero” Alfredo De Angeli planteó que el que quisiera comer lomo, debería resignarse a pagar por él $80 el kilo. Esto pinta de cuerpo entero la ubicación de la burguesía agraria frente a los trabajadores y sectores populares.

Y frente a esto, ¿cuáles son las alternativas?

P. A: Esto no se resuelve con una política de retenciones diferenciadas, como proponen varios economistas del arco progresista y como manifestó el gobierno que quería hacer con las retenciones móviles. Este tipo de salidas, celosas de no afectar seriamente la propiedad privada y los derechos parasitarios de los terratenientes a percibir una renta a cambio de nada, no resuelven el problema, y además tienen en el efecto de retirar de producción muchas tierras que podrían ponerse a producir pero por la lógica capitalista, al no poder sostener renta y ganancia, quedan afuera de la producción.

E. M: La única respuesta seria es expropiar las mejores tierras hoy en manos la gran burguesía terrateniente, y el capital de trabajo concentrado en manos de los contratistas y grandes sociedades agropecuarias, expropiando y poniendo bajo control de sus trabajadores a las multinacionales que monopolizan los insumos básicos y los centros de acopio, nacionalizando los puertos y estableciendo el monopolio estatal del comercio exterior. Sólo de esta forma podrá sacarse el sector de la subordinación a los manejos de las multinacionales imperialistas, y organizarlo mediante un plan elaborado colectivamente por los trabajadores y sectores populares en función de las necesidades sociales sin dañar el medio ambiente ni degradar la tierra.




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domingo, 21 de junio de 2009

Iran: Rebelión y crisis política

TRAS LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES
Por Claudia Cinatti

Desde que el actual presidente Mahmud Ahmadinejad se adjudicó un triunfo espectacular en las elecciones presidenciales del 12 de junio, con un 63% de los votos contra un 34% de su rival, el “reformista” Musavi, las calles de Teherán y las principales ciudades del país se transformaron en el escenario de movilizaciones multitudinarias, represión policial y parapolicial, enfrentamientos, ataques a los campus universitarios, arrestos y muerte.
Centenares de miles de jóvenes –en su gran mayoría estudiantes universitarios-, profesionales y sectores de las clases medias urbanas acomodadas, partidarios del derrotado Musavi, se movilizaron para repudiar lo que ya se considera un fraude, y para exigir la realización de nuevas elecciones. También los partidarios del presidente Ahmadinejad se han movilizado masivamente para respaldar el cuestionado triunfo electoral.


Si bien es cierto que las denuncias de fraude no han sido probadas y que varios analistas de distintos medios occidentales habían previsto la posibilidad de un triunfo de Ahmadinejad, basado sobre todo en el alto nivel de votación y en que sectores populares pudieron haberlo votado como el “mal menor”, el alcance de la victoria, que prácticamente duplica los resultados que obtuvo en las elecciones de 2005, es a todas luces contradictoria con la percepción de que su gobierno ha engendrado una amplia oposición social y política.

Junto con las divisiones en la cúpula del régimen, otro elemento que ha actuado como detonador de la crisis es el profundo descontento de importantes sectores de la sociedad, sobre todo las clases medias urbanas, con el presidente Ahmadinejad y el régimen teocrático, que mantiene un rígido disciplinamiento basado en la vigilancia religiosa y el control social e ideológico, expresado en la opresión de las mujeres, el castigo brutal a los homosexuales y la negación de derechos democráticos a la organización política y sindical.

Teniendo en cuenta la enorme polarización que antecedió a las elecciones y el crecimiento de las movilizaciones a favor de Musavi, que algunos denominaron la “ola verde” por el color que identifica a sus simpatizantes, probablemente el objetivo de Ahmadinejad al anunciar su triunfo electoral por una diferencia arrasadora, haya sido evitar una posible segunda vuelta electoral en la que el candidato oficialista podía ser derrotado por Musavi.

En un comienzo, el líder supremo de la República Islámica de Irán, el ayatola Ali Khamenei, avaló el triunfo de Ahmadinejad pero, a medida que crecían las movilizaciones y la perspectiva de que se pudieran salir de control, accedió al pedido de Musavi y ordenó un recuento parcial de los votos. Sin embargo, ese gesto político no fue suficiente para poner fin a las movilizaciones, que aún persisten a pesar de la represión estatal y de que el líder opositor Musavi, ha llamado a sus seguidores a quedarse en sus casas para “evitar la violencia”.

Muchos comparan este proceso con las llamadas “revoluciones coloridas” en las que el imperialismo, especialmente norteamericano, apoya y financia movimientos “democráticos” para llevar al poder a sus aliados –como fue el caso de la “revolución naranja” en Ucrania, o la “del cedro” en el Líbano. Efectivamente, junto con la hostilidad militar, una de los opciones de “cambio de régimen” que manejaba el imperialismo norteamericano bajo Bush era impulsar una suerte de “revolución de terciopelo”(emulando las movilizaciones de 1989 contra los regímenes stalinistas), que combinada con la presión de las sanciones económicas y el aislamiento, llevara a la caída del régimen teocrático, pero esta política no dio los resultados esperados y, a pesar de que Irán está rodeado por países ocupados por tropas imperialistas, el derrocamiento de Saddam Hussein reforzó su posición como potencia regional. Con la asunción de Obama, el imperialismo cambió de táctica. A pesar de la presión y las críticas de los republicanos, hasta el momento Obama está evitando pronunciarse abiertamente a favor del candidato Musavi y sus denuncias de fraude, insistiendo en que “respeta la soberanía iraní”. De esta manera intenta no darle al régimen iraní un argumento “antiimperialista”, y a la vez, alejar el fantasma de “cambio de régimen” agitado por Bush y los neoconservadores. La hostilidad es disfuncional para su actual estrategia, que es tratar de “persuadir” mediante la vía diplomática al régimen iraní de que abandone sus pretensiones nucleares y comprometerlo en una colaboración mayor para mantener la estabilidad en Irak y Afganistán.

Aún no está claro cómo se resolverá el conflicto, y si como en casos anteriores, el régimen podrá ahogar las movilizaciones con la represión y el desgaste o se verá obligado a hacer más concesiones. Pero más allá de cómo termine, esta crisis política puede ser un punto de inflexión en el Irán posrevolucionario, y dar lugar a una nueva situación, caracterizada por la intervención de masas en la escena política, una fractura visible en la elite gobernante y una importante erosión de la legitimidad del régimen teocrático.

Fracturas en el régimen

El cuestionamiento a las elecciones y, en última instancia, al régimen, constituye la peor crisis política desde el levantamiento de los estudiantes en 1999, bajo el gobierno del “reformista Khatami, que culminó con una brutal represión. La disputa en torno a los resultados desnuda las luchas por el poder en la cúpula del régimen teocrático y las diferencias ante decisiones que se consideran estratégicas, en primer lugar, cómo encarar las relaciones con Estados Unidos y los países del Medio Oriente. Este conflicto ha dividido a la elite gobernante en dos bandos: por un lado, el bloque llamado “conservador” integrado por el presidente Ahmadinejad, el ayatola Khamenei, gran parte de las instituciones tradicionales de la teocracia iraní y los cuerpos militares y policiales y las llamadas “milicias voluntarias” que patrullan las calles de las ciudades para mantener el orden y el control social. Por el otro, está el bloque llamado “reformista” formado por Musavi, el ex presidente Khatami y el clérigo Rafsanjani, jefe de la Asamblea Consejo de Expertos, uno de los organismos del clero shiita que tiene gran peso en las decisiones estatales y en la elección del líder supremo religioso.

Sin embargo, estas fricciones no implican diferencias estratégicas. Todos los sectores de la elite dominante iraní son partidarios de abrir negociaciones oficiales con Estados Unidos, incluido el “conservador” Ahmadinejad y la alta jerarquía del clero, que colaboró de hecho con la ocupación norteamericana de Irak, de la que salió ampliamente beneficiada. Pero mientras Ahmadinejad y sus aliados son partidarios de mantener una posición más dura en las negociaciones, con “gestos” de cierta independencia, como las pruebas de misiles y la continuidad del programa nuclear, el enfrentamiento con el Estado de Israel o la alianza con Hezbollah y Hamas, Musavi, el bloque “reformista” está por hacer mayores concesiones para aflojar las tensiones entre Irán y “occidente”, y así permitir que se levanten las sanciones económicas que pesan sobre el país y pueda ingresar el capital imperialista, apuntando a una apertura económica.

Dos alas del régimen

Mahmud Ahmadinejad, un ex integrante de la Guardia Revolucionaria ligado a las fuerzas represivas del aparato estatal, había ganado una base popular cuando asumió la presidencia en 2005, denunciando la corrupción de la elite dominante que se ha enriquecido visiblemente durante los 30 años que lleva en el poder. Durante los primeros años de su gobierno, producto de la suba de los precios del petróleo, dio subsidios a los pobres urbanos y rurales y premios a los empleados estatales e indirectamente favoreció a la burguesía del bazar, el núcleo duro de la base social de la teocracia shiita. Esta política fue acompañada de un reforzamiento del control por parte de las fuerzas represivas del estado y de milicias parapoliciales como las basijis (milicias voluntarias). Sus rivales “reformistas”, partidarios de lograr inversiones extranjeras capitalistas, lo acusaron de “populista” y de exacerbar inútilmente las tensiones con Estados Unidos.

Pero la economía iraní sufrió el impacto de la crisis capitalista internacional. Según el Banco Central Iraní, la inflación trepó al 24% (aunque el gobierno reconoce sólo un 14%) y la tasa de desempleo alcanzó el 17%. Las perspectivas indican otro año de declive en el crecimiento económico, producto de la baja en los precios del petróleo y de la falta de inversiones y de una infraestructura adecuada para explotar los recursos petroleros del país.

Durante la campaña, Ahmadinejad retomó su retórica populista, incluso acusó a Rafsanjani y a varios integrantes de la “vieja guardia” de la revolución de 1979 de enriquecerse apropiándose de los recursos del estado. Sin embargo, su política es cada vez más antipopular. No sólo continuó reprimiendo las huelgas obreras y encarcelando a sus dirigentes, sino que además, a principios de año envió al parlamento un presupuesto en el que se recortan los subsidios de los precios de los alimentos que favorece a los sectores más pobres de la sociedad.

Esta situación alimentó el descontento de amplios sectores con el gobierno, lo que fue percibido como una oportunidad por el ala “reformista” del régimen para derrotar a Ahmadinejad en las elecciones presidenciales, lo que unió a figuras clave del establishment político-religioso, tras un programa centrado en una política más conciliadora hacia Estados Unidos y el capital imperialista, con promesas demagógicas de otorgar ciertas libertades. Basta repasar sus antecedentes para darse cuenta que sólo expresan los intereses de otro sector del régimen y la elite dominante.

Mir-Hosein Musavi, a quien los medios occidentales presentan como un “demócrata” y un “reformista”, fue primer ministro entre 1981 y 1989, cuando el régimen iraní, bajo el liderazgo de Khomeini, decidió liquidar a sus ex socios de la izquierda y ordenó la ejecución de miles de militantes comunistas y otros opositores políticos como los Mujaidines del Pueblo. Su principal respaldo en el régimen es el líder religioso y ex presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, uno de los hombres más ricos del país, (a quien la revista Forbes ubica como perteneciente a la elite de 1000 familias de la gran burguesía iraní). Aunque ahora sean aliados, en 1989 Rafsanjani estuvo entre quienes impulsaron la destitución del entonces primer ministro Musavi, que estaba llevando adelante en ese momento una política generalizada de nacionalización de la economía. Rafsanjani se opuso a esta política afirmando que la propiedad privada era uno de los principios islámicos. Ahora ambos coinciden y Musavi, como dice el periodista Robert Fisk, “es un partidario de la liberalización económica, prometió controlar la inflación por medio de políticas monetarias y hacer la vida más fácil para el capital privado”.

El otro aliado de Musavi es el clérigo reformista Mahmud Khatami, que fue presidente de Irán entre 1997 y 2005. Khatami tejió contratos con monopolios europeos, como la francesa ELF-Total, que sacó jugosos beneficios y propiciaba una apertura del diálogo con Estados Unidos. Durante esos ocho años, impulsó algunas medidas favorables a limitar la injerencia religiosa, por lo que se ganó una amplia base social entre las clases medias, los jóvenes y las mujeres, pero cuando los estudiantes se levantaron en 1999, Khatami cedió a la presión de la teocracia y permitió la represión y el encarcelamiento de miles de jóvenes. Durante su mandato siguieron las represalias contra los trabajadores y su gobierno terminó siendo altamente impopular.

La base electoral de Musavi y los “reformistas” se concentra, esencialmente, en los sectores más acomodados de la sociedad, en la clases medias urbanas que acceden a la educación universitaria, donde tiene gran peso en el electorado femenino, que se ha visto atraído por sus promesas de terminar con la opresión de género que ha caracterizado a la teocracia iraní.

Ni populistas “conservadores” ni falsos “reformistas”

La disputa por las elecciones abrió una situación donde cientos de miles han salido a las calles. Pero estas movilizaciones tienen un carácter contradictorio: a pesar de levantar demandas democráticas legítimas –como el fin de la opresión de género, libertades políticas y de expresión- y de enfrentar a un régimen confesional reaccionario, han depositado su confianza en un sector del régimen que, tras un falso discurso “democrático”, defiende los intereses de un sector del clero y de la alta burguesía iraní, que ve en la apertura económica y en la “normalización” de las relaciones con el imperialismo, una oportunidad para sus negocios. Por otra parte, los sectores más pauperizados de las ciudades y el campo, que dependen de la ayuda estatal para su supervivencia y están más ligados a las tradiciones religiosas del país, se movilizan tras las promesas populistas de Ahamadinejad.

Las movilizaciones ya han tenido un primer impacto resquebrajando al régimen teocrático, ampliando las brechas en la cúpula gobernante. Para que la movilización dé un salto y verdaderamente responda a los intereses populares, es necesario que los trabajadores iraníes que en los últimos años han protagonizado huelgas y movilizaciones brutalmente reprimidas, como la del transporte público de Teherán en 2006, que culminó con el encarcelamiento de cientos de activistas y dirigentes sindicales, la del sector azucarero en 2008 o la de los trabajadores automotrices en 2009, aprovechen esta crisis y planteen una política independiente de las distintas fracciones del régimen. En la revolución de 1979 la intervención de la clase obrera fue decisiva para lograr la caída del sha Reza Pahlevi. A la huelga petrolera, que duró cuatro meses, se sumó la acción espontánea de trabajadores que tomaban las fábricas y las tierras de los terratenientes y habían empezado un proceso de autoorganización. Pero ese proceso fue ahogado por la consolidación en el poder de Khomeini y de la teocracia shiita que lanzó una brutal represión contra los trabajadores y la izquierda y terminó estableciendo un régimen totalmente reaccionario de clérigos y políticos, una nueva elite que se beneficia del manejo de la renta petrolera y de los resortes de la economía y mientras resguarda los intereses de la burguesía iraní, somete a la mayoría de la población al tutelaje religioso. El desarrollo de esta crisis puede ofrecerles a los trabajadores y los jóvenes y los sectores populares una segunda oportunidad.


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Claves

1953: Un golpe de estado orquestado por la CIA y los servicios británicos destituye al Primer Ministro Mohamed Mossadeg, del Frente Nacional. Mossadeg había asumido en 1951, había nacionalizado la industria petrolera iraní, bajo control de la Anglo-Iranian Oil Company, actual British Petroleum.

1953-1979: Gobierna el país la monarquía del sha Reza Pahlevi, un agente del imperialismo norteamericano. El sha que era presentado en occidente como un “demócrata” y un progresista había desarrollado un brutal aparato represivo, la temible policía política (Savak) que perseguía y encarcelaba a los militantes del partido comunista (Tudeh) y del ala izquierda del Frente Nacional.

1977-1979: Se desarrolla el proceso revolucionario que culmina con la caída del sha. La clase obrera se incorpora en 1978 a la revolución, protagoniza huelgas y desarrolla elementos de autoorganización, los consejos llamados shuras que expropian las grandes fábricas y establecen un control obrero embrionario. Pero la dirección de la revolución recae en un clérigo, el ayatola Rulloah Khomeini, quien regresa del exilio en febrero de 1979, tras la caída del sha. El Tudeh (Masas-nombre del partido comunista prosoviético) apoya a Khomeini que de hecho encabeza un frente popular que une a la burguesía del bazar con los trabajadores y pobres rurales. Se proclama la República Islámica y el régimen empieza a reprimir a los trabajadores, a las mujeres, a los homosexuales y a la izquierda marxista. El régimen teocrático se consolida en 1981.

Estado teocrático: Recibe este nombre porque paralelamente a las instituciones políticas del Estado (el presidente y el parlamento) existen instituciones religiosas –la Asamblea de Expertos, el Consejo de Guardianes de la Revolución y el líder supremo, entre otras- donde verdaderamente reside el poder, ya que son quienes aprueban o vetan los candidatos a presidente o diputados, deciden sobre la legitimidad de las leyes del Estado y mantienen los preceptos del islamismo.



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jueves, 11 de junio de 2009

17/6 :: 20.30 hs :: Presentación de Lucha de Clases Nro. 9


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miércoles, 10 de junio de 2009

El laberinto de “la política de los pobres”

ENTREVISTA A PAULA VARELA (Politóloga y docente de la carrera) SOBRE EL DEBATE ALREDEDOR DEL CLIENTELISMO

Como anunciamos la semana pasada, el nuevo número de la revista Lucha de Clases ya está disponible en las principales librerías del país, en facultades y universidades, y también en el Instituto de Pensamiento Socialista Karl Marx, Riobamba 144. A modo de anticipo de la revista, en el número anterior de LVO, entrevistamos a Matías Maiello. Aquí presentamos una entrevista a Paula Varela sobre su artículo “Territorios de sujetos peligrosos” en el que aborda debates en torno al clientelismo político.





¿Por qué un artículo sobre el clientelismo político en este número de la revista?

Siempre que hay elecciones aparece el problema del clientelismo político. En estas elecciones particularmente porque la estrategia electoral del kirchnerismo debilitado ha sido intentar garantizar dos patas de apoyo popular: los intendentes del conurbano bonaerense a través de las candidaturas testimoniales y la burocracia sindical a través de espacios en las listas, especialmente para la CGT moyanista. De esta forma el gobierno pretende mantener los votos de los pobres urbanos en los barrios, y de los asalariados en los lugares de trabajo. De allí que, en los blogs políticos como Deshonestidad Intelectual o Artepolítica se discutan dos cosas centralmente: el papel que juega el clientelismo político como base del poder territorial de los barones del conurbano y el retorno de actor sindical.

¿Qué se discute alrededor del clientelismo?

Hay tres posiciones centrales sobre el clientelismo. La abiertamente gorila que define a los pobres del conurbano como pre-políticos, desterrándolos de la Polis que habitan Carrió, Ricardito y su coalición. La que podríamos llamar la visión peronista que reivindica la dignidad del clientelismo como una legítima política de los pobres. La tercera visión, que podríamos denominar “progre-no-gorila”, que oscila entre reconocer cierta necesariedad del clientelismo y preguntarse por la posibilidad de otra política “desde abajo”. En el artículo de la revista yo tomo estas dos últimas posiciones, que están unidas entre sí por el antigorilismo, y analizo sus fundamentos teóricos que están dados por dos sociólogos argentinos (ambos en universidades extranjeras): Javier Auyero que ha desarrollado los principales fundamentos sociológicos para la defensa peronista del clientelismo, y Denis Merklen, que da fundamento a la visión progre-no-gorila. Y también planteo lo que podría ser una “cuarta posición” sobre el clientelismo.

¿Cuál es la diferencia entre la visión peronista y la “progre-no-gorila” referenciadas conceptualmente en Auyero y Merklen respectivamente?

El eje del argumento de Auyero es demostrar, contra las visiones gorilas, que los “pobres” (los llamados “clientes”) lejos de ser “masas pasivas” que son manejadas desde arriba “por el pancho y la coca”, son actores políticos que, a través del clientelismo, establecen relaciones recíprocas con los punteros (los llamados “solucionadores de problemas”). Este carácter recíproco transforma al clientelismo en una relación entre los políticos y la gente tan legítima como cualquier otra, y que a su vez, permite la solución de múltiples problemas. ¿Quién es el protagonista estelar de esta relación que funciona en redes en los barrios del conurbano? El peronismo. Entonces el clientelismo, para Auyero, asume así un doble carácter: como “nueva táctica de poder” del PJ (es decir, como pata territorial), pero también como relación recíproca a partir de la cual los sectores populares intercambian, obtienen beneficios, “hacen política”. En la convergencia de estos elementos residiría lo que él denomina la “política de los pobres”. Ahora bien, esta argumentación que es una buena defensa del carácter recíproco y racional del clientelismo político para las clases populares; es, al mismo tiempo, la negación de cualquier potencialidad de la “política de los pobres” por fuera del techo del Estado y del peronismo neoliberales. La defensa de Auyero se transforma en la condena al clientelismo político como único horizonte de la acción política para los pobres urbanos.

Eso es lo que critica Denis Merklen…

Exactamente. Merklen acusa recibo de esa condena a la dependencia del Estado y del peronismo que está presente en el planteo de Auyero, e intenta buscarle una salida. Y para eso acude a la idea de ciudadanía, una idea más socialdemócrata o más republicana (pero no gorila). El eje de su argumento es sostener que las clases populares organizadas territorialmente son una forma de ciudadanía distinta a la ciudadanía que otorgaba el trabajo asalariado. El problema de esta figura de ciudadanía en Merklen es que, cuando intenta desarrollar cuáles son los derechos universales que conformarían el status de ciudadano de los pobres, se encuentra con que el Estado territorializado, no otorga derechos universales (como el derecho al trabajo), sino que otorga bolsones de comida. Entonces la idea de ciudadanía queda más como una nostalgia de la “sociedad salarial” perdida, que como una realidad en los barrios del conurbano. Como el mismo Merklen reconoce, lo que prima en los barrios es lo que él llama “la lógica del cazador”, que es la lógica de “cazar” los recursos (misérrimos) que el Estado pone a disposición de las clases populares. He aquí el laberinto en que se encuentra Merklen: la lógica del cazador que es la que prima en la realidad, no lleva hacia la ciudadanía universal sino hacia el clientelismo que él quiere evitar. Mal que le pese, su planteo termina en un lugar muy similar al de Auyero. Uno más abiertamente, el otro con más culpa progresista, ambos coinciden en afirmar que el techo de la política para los que viven en los barrios pauperizados del conurbano es la dependencia del Estado y de su gestor, el peronismo.

Hablaste de una “cuarta posición” sobre el tema, ¿en qué consiste?

Mirá, el obstáculo que tienen ambos autores (y aquellos que los toman como fundamento de su política, como el kirchnerismo y el sabatellismo o la CTA) para pensar la política de las clases subalternas como una política potencialmente autónoma del confinamiento barrial y del techo del Estado asistencial, está directamente relacionada con un punto de coincidencia de origen entre ambas posiciones: que el trabajo asalariado no alcanza para todos porque estamos en una sociedad “post-salarial”. Es decir, la naturalización de que hay “excluidos” y que eso es ineludible. Merklen desarrolla esto abiertamente a través del concepto de “desafiliación” de Robert Castel. Este presupuesto lleva a una serie de dicotomías entre las cuales la fundamental es la establecida entre “el barrio” y “la fábrica”, como ámbitos independientes que tienen su propia forma de organización. En la fábrica, el sindicato; en el barrio, los intendentes del conurbano y sus redes clientelares. Con esta dicotomía, separan lo que el capitalismo ha unido a fuego, y sobretodo, a sangre: a los asalariados y a los “pobres” (los trabajadores golondrina, los jóvenes ultra precarizados de las villas y asentamientos, los desocupados crónicos). Los “pobres” lejos de ser una categoría social autónoma están intrínsecamente unidos a los asalariados.

Eso lo explicó Marx en El Capital cuando desarrolla el concepto de superpoblación obrera relativa. Un concepto al que Marx le da tanta importancia que lo desarrolla como parte de la ley general de la acumulación capitalista. Y un concepto que, entre otros, entró en la hoguera de las ideas durante el neoliberalismo. Pero fijate que la experiencia reciente en nuestro país, debería obligar a una reflexión sobre este concepto en particular (reflexión que no circula por blogs políticos, ni papers académicos). Si vos analizas el desarrollo de la protesta social de 2004 en adelante, observas que, mientras las corrientes dominantes de las ciencias sociales académicas hurgaban en la politicidad intrínseca de los pobres, fue la política de los asalariados la que se hizo presente con fuerza. El crecimiento exponencial del empleo en nuestro país mostró que los desocupados y subocupados que pueblan los barrios del conurbano bonaerense, lejos de ser una especie de nueva categoría social ontológicamente “excluida”, son un sector plausible de ser “incluido”, o sea explotado. Fue en ese sector, donde las empresas encontraron la mano de obra necesaria (y abaratada por la precarización) para surfear la ola de crecimiento económico “a tasas chinas” y multiplicar ganancias. Muchos de los que hasta ayer eran “desafiliados” se volvieron asalariados, la mayoría de las veces precarizados. Muchos de los que hasta ayer eran mantenidos por el Estado en los límites de la indigencia a través de los planes trabajar, se volvieron asalariados en los límites de la pobreza a través del trabajo precarizado. Entonces, la pregunta por la autonomía política de las clases populares sin tomar el carácter necesario de la relación entre asalariados y pobres urbanos para la acumulación capitalista, y sin considerar el papel central del estado territorializado como garante de esa relación es, en el mejor de los casos, idealista. No es posible la autonomía política de las clases subalternas sin restituir (teórica y políticamente) la unidad (que no es sinónimo de homogeneidad) entre los asalariados y los pobres, porque esa unidad restituye también su fuerza social como clase y permite romper el techo del clientelismo en los barrios, y también el techo del corporativismo en las fábricas. Ojo, que la ruptura del techo clientelar en el barrio y corporativo en la fábrica implica la ruptura con el peronismo en su versión clientelar y sindical. Intendentes y burócratas sindicales, que en estas elecciones pueblan las listas kirchneristas, son los dirigentes del “partido de la política de los pobres” en los barrios y en las fábricas.

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domingo, 7 de junio de 2009

Conseguí ContraTiempos Nro. 2 | EnClaveROJA

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viernes, 5 de junio de 2009

Ya Salió! Revista Lucha de Clases: Argentina hacia el fin de un ciclo

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Territorios de sujetos peligrosos

Por Paula Varela, politóloga y docente de Filosofía y Métodos (Cátedra Schuster) de la carrera de Ciencia Política, UBA

La importancia del llamado “poder territorial” en política se pone de manifiesto, recurrentemente, en ocasiones como la actual: en elecciones. El conurbano bonarense es, sin dudas, el territorio en el que este poder se juega y se luce con más fuerza. De allí, la importancia que asumió para el kirchnerismo debilitado, la estrategia electoral de las candidaturas testimoniales de los intendentes del conurbano. Los barones del conurbano aparecen como la encarnación de la cúspide de una compleja trama de punteros y funcionarios que disputan la hegemonía política a nivel del territorio local. La famosa “pata” territorial del kirchnerismo que se complementa con la otra “pata” (menos firmes que columna vertebral) encarnada en la CGT moyanista. Garantizar los votos de los “pobres” y de los asalariados (en el barrio y en la fábrica) es la tarea del momento para conservar el apoyo popular que detenta el kirchnerismo desde 2003 en adelante. La clase media, especialmente la porteña, está prácticamente perdida, aunque ejerzan su resistencia los intelectuales de Carta Abierta1 y el “ovacionado” banquero Heller blandiendo la amenaza de la “restauración conservadora” de la mano del ProPeronismo y la Coalición Cívica (sin poder mencionar al menemista Scioli, claro).

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RENTA AGRARIA Y DESARROLLO CAPITALISTA EN ARGENTINA

Por Pablo Anino, docente de Economía Internacional (Cátedra Matellanes), Ciencia Política, UBA; y Esteban Mercatante

Desde que en marzo de 2008 Cristina Fernández anunció la implementación de las retenciones móviles que motivaron el lock out de las patronales agrarias, el debate sobre la renta agropecuaria y su apropiación cobró una intensidad inusitada. Las posiciones que se plasmaron en el debate no son más que reediciones de un conflicto clásico en la historia argentina. En el número anterior de esta revista1, así como en otros artículos, hemos analizado el conflicto, al que definimos como una pelea entre capitalistas, a la vez que hemos llamado a no alinearse ni con el gobierno K ni con las patronales agrarias2 e impulsamos una intervención independiente de la clase trabajadora y los sectores populares en la crisis nacional.


Este artículo analiza el rol clave que juega la renta diferencial en la acumulación capitalista argentina, las transformaciones de la producción agraria, los mecanismos por los cuales la renta se distribuye entre toda la burguesía, y cómo la estructura social en la que es apropiada moldeó los rasgos específicos del capitalismo argentino.

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Ya salió la Revista del CEFYL Nº 1






  • A 40 años del Cordobazo

  • Latinoamérica Hoy

  • Universidad

Y además, artículos de Marcela Croce y Pablo Pozzi, entrevista a Miguel Vedda sobre Benjamin, y un homenaje al historiador marxista Alberto Plá, entre otros.
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jueves, 4 de junio de 2009

Tribuna Abierta: "Crítica a ¡Che Guerrilla!"

Por Diego Cano, politólogo, docente de Sociología y Ciencia Política, UBA

El lugar de elección del accionar guerrillero, la relación con el PCB y con “el campesinado” local, la modificación de ciertas cuestiones particulares que refuerzan responsabilidades de algunos de los actores frente a otros y, especialmente, el lugar de la traición como factor causante de los resultados obtenidos, son otros de los tantos puntos polémicos que surgen de un análisis más cuidadoso.


La segunda parte de la película sobre Ernesto Guevara, del director Soderbergh, se estrena estos días centrándose en la experiencia de la guerrilla en Bolivia. Desde el punto de vista que se argumentará a continuación, más allá de su calidad cinematográfica, además de cierta rigurosidad en los personajes reales participantes en la experiencia, la película propone una lectura de los hechos que resulta en principio polémica a la luz de nuevos libros de historiadores y participantes directos, diarios de siete participantes de la guerrilla, incluido el Che, documentos de la guerrilla –los comunicados públicos, documentos internos, mensajes cifrados, etc.–, además de entrevistas a sobrevivientes.

Es evidente que la figura de Ernesto Guevara reúne características que resultan movilizadoras en diversos sentidos. Sin embargo, el examen cuidadoso de su quehacer –podríamos decir– político ha quedado relegado. A pesar de la enorme cantidad de material publicado sobre el Che poco se ha estudiado sobre la historia de la guerrilla en Bolivia, excepto honrosas excepciones, principalmente de historiadores bolivianos. Esta película, con su calidad actoral y de producción, supuestamente basada de manera rigurosa en el Diario que el Che escribió durante esta experiencia revolucionaria, brinda una excusa para poder resaltar estos puntos polémicos de interpretación. El lugar de elección del accionar guerrillero, la relación con los partidos comunistas –y en especial el boliviano–, la relación con “el campesinado” local, la modificación de ciertas cuestiones particulares que refuerzan responsabilidades de algunos de los actores frente a otros y, especialmente, el lugar de la traición como factor causante de los resultados obtenidos, son otros de los tantos puntos polémicos que surgen de un análisis más cuidadoso. Veámoslos más de cerca.

¿Por qué en Ñancahuazú?


La película pone en evidencia un supuesto diálogo llevado a cabo en Cuba entre Regis Debray y Fidel Castro sobre cómo y quién habría escogido Ñancahuazú como lugar de operaciones. Según el filme, Fidel le comenta a Debray que el Che habría elegido el lugar por su cercanía con Argentina y además para que funcione “como lugar de entrenamiento durante seis meses”. Aunque esta argumentación podría ser válida como resultado final de la razón de su elección, el examen comparado de los diferentes diarios de los participantes de la guerrilla –principalmente el diario de Harry Villegas alias “Pombo” (Soria Galvarro, tomo 2 Los otros diarios, 2005, 30-32)–, ponen en duda que ésta haya sido la lógica que lo llevó finalmente a elegir dicho lugar especifico y Bolivia en general. En todo caso, sugieren que las circunstancias de quienes tomaron esa responsabilidad y los tiempos de la misma, en tensión con los intereses del Partido Comunista Boliviano (PCB) y frente a la premura del Che de iniciar las actividades, fueron los factores decisorios del lugar.

Acá la película comete un error relevante al presentar a Debray increpando a Fidel por el hecho de no haber elegido la zona de Alto Beni, ya que “allá es donde están las minas”. Alto Beni es el lugar que los diarios de los guerrilleros indican que había sido elegido como primer probable lugar de operaciones. Y aunque existe en la zona una actividad minera fundamentalmente basada en una explotación “cooperativa” de yacimientos auríferos, Alto Beni tanto como Ñacahuazú están casi a la misma distancia de las principales regiones mineras. Por tanto, ese no es el lugar de la actividad sindical minera principal de Bolivia, como la película, demostrando así un desconocimiento de la geografía y política del país.

El Che, Mario Monje y el PCB


La película también reafirma uno de los puntos que han sido largamente interpretados como una traición del secretario general del PCB, Mario Monje, y del partido mismo. Este punto requiere de un análisis particular ya que contiene una complejidad mayor como para ser simplemente etiquetado como una traición. La relación entre los diversos alzamientos guerrilleros apoyados por Cuba y los respectivos partidos comunistas de los diferentes países latinoamericanos ha sido diversa y con variados grados de intensidad. Las razones de este movimiento están vinculadas a la evolución de la propia política interna cubana y a los vaivenes de la relación e intereses con la Unión Soviética. Sin embargo, la relación con el PCB no debe ser abstraída de su propia evolución, simplificándola en las actitudes o características personales de Mario Monje. Éste, al exigirle al Che la conducción de la guerrilla –o como el filme pone en boca de Mario Monje: “Las condiciones no están creadas para el tipo de lucha que el Che propone”– parecería meramente estar cometiendo un exceso individual. Una parte de esta relación puede ser reconstruida a través de los comentarios del mismo Che en su diario, quien además inmediatamente posterior a su reunión con Monje, el 1 de enero de 1967, asigna a lo que aparece como una arbitrariedad individual una posible razón:

Mi impresión es que al enterarse por Coco de mi decisión de no ceder en las cosas estratégicas, se aferró a ese punto para forzar la ruptura, pues sus argumentos son inconsistentes. (Guevara, 2000, 53)

El historiador boliviano Carlos Soria Galvarro dedica uno de sus cinco tomos de El Che en Bolivia a la supuesta traición del PCB, compilando una cantidad relevante de documentos internos y testimonios que aportan a su entendimiento (Soria Galvarro, tomo 4 ¿Traición del PCB?, 2005). De igual forma, la interpretación de Humberto Vázquez Viaña –sociólogo boliviano participante de la red urbana del ELN–, quien en su libro Una Guerrilla para el Che desarrolla una explicación interna de la relación entre Cuba, el Che y el PCB (Vázquez Viaña, Cap. 3 El Partido Comunista de Bolivia y la revolución cubana, 2000, 56-78).

El “campesino” y la guerrilla

Otro de los puntos polémicos es la relación entre la guerrilla y el llamado “campesino” local, sea éste pequeño propietario o asalariado agrícola. Como el mismo Che señala en su diario, ningún “campesino” se les incorporó. Sin embargo, durante por lo menos los cuatro primeros meses no puede leerse ningún comentario crítico en los diarios con relación al comportamiento campesino. Reginaldo Ustariz Arze –periodista y médico boliviano que vive en Brasil–, en su libro Vida, muerte y resurrección del Che, el cual contiene innumerables entrevistas y una excelente recopilación de material fotográfico, resalta cómo la propia guerrilla a través de una entrevista a Paco –único sobreviviente de la retaguardia del Che asesinada en el llamado “Vado de yeso”– miraba al campesinado con actitud colaborativa:

Le voy a contar un pasaje conmovedor. El 29 de agosto, cuando acampamos cerca al río Grande antes de ir a la casa de Honorato Rojas [vecino más próximo al primer lugar de la guerrilla], pasaron dos campesinos con sus dos asnos, los apresamos y les pedimos que nos vendan uno de los burros; así lo hicieron, y cuando vieron que lo íbamos a sacrificar los dos nos dijeron: “Ese no, es muy viejo, su carne es dura, este otro tiene menos edad, será mejor para Ustedes”. (Ustariz Arze, 2002, 450)


Sin embargo, la película muestra la imagen de un campesinado indiferente –en el mejor de los casos–, pero fundamentalmente colaborador del Ejército. El caso de Honorato Rojas parece paradigmático. Efectivamente él señala al Ejército boliviano el lugar exacto donde la retaguardia comandada por Joaquín –donde se encontraba Tania–, es acribillada por las fuerzas del Ejército comandas por el capitán Vargas Salinas al cruzar el “Vado de yeso”. Si es cierto que Honorato colabora con el Ejército, no lo es menos que lo hace bajo la amenaza directa y la violencia física ejercida contra él y su familia. Desde el mes de mayo los campesinos de la zona cercana a la guerrilla habían sido golpeados y torturados en Vallegrande, especialmente los que habían colaborado con la guerrilla, entre ellos Honorato.

En el único testimonio de Honorato a un periodista de la revista cubana Verde Olivo –por María del Carmen Garcés en el extenso y documentado La guerrilla de Ernesto Che Guevara en Bolivia–, señala que durante las torturas con “palizas y shocks eléctricos” (Garcés, 2007, 252) no contó nada al Ejército. E inclusive, posterior a esas torturas, un destacamento permanente se apostó en las cercanías de la casa de Honorato durante casi cinco meses hasta cuando se produce la emboscada. Aunque Vargas Salinas insiste en que su relación con Honorato fue cordial y en que esa fue la manera por la cual él habría colaborado (Ustariz Arze, 2002, 381), olvida mencionar las torturas previas. Uno de sus superiores, el general Saucedo Parada, en su libro No disparen… soy el Che (libro que publica una cantidad importante de documentación y fotos inéditas sobre la guerrilla que muchos militares han conservado inclusive hasta hoy como colección privada), destaca la actitud de Vargas:

Incluso puso a su favor al campesino Rojas y lo guió u obligó a que hiciera lo que hizo para asegurar su victoria. [Subrayado propio] (Saucedo Parada, s/f, 121)

Hasta Adys Cupull y Froilán González en su De Ñacahuasú a La Higuera, aunque no dudan en calificar a Honorato de traidor (Cupull, González, 1989, 345), destacan el comentario del Che en el mes de mayo:

El Ejército dio el parte de la detención de todos los campesinos que colaboraron con nosotros en la zona de Masicurí: ahora viene una etapa en la que el terror sobre los campesinos se ejercerá desde ambas partes, aunque con calidades diferentes... (Guevara, 2000, 235)

Vázquez Viaña (entrevistas, 2002) llega a señalar que fueron los soldados de Vargas Salinas los que descubrieron la presencia de la retaguardia de Joaquín a través de rastros que éstos habrían dejado y no que simplemente Honorato les avisa de su presencia.


El filme no señala nada respecto de este tema, y sugiere su colaboración casi espontánea en una escena, bajo el simple comentario amedrentador del oficial del Ejército. Más allá de la espontaneidad o no de Honorato y de su colaboración o no, más allá de su conciencia individual o del papel y responsabilidad que le cabe en esta delación, el personificarlo como elemento central de las consecuencias de lo que terminó pasando con la columna de la retaguardia del movimiento guerrillero no explica las razones de la actitud general del campesinado local ni el desenlace que esta columna termina teniendo.

La “traición” de Bustos y Debray

Otro punto de discusión es el peso y relevancia de la colaboración por un lado de Regis Debray y por el otro de Ciro Bustos, posterior a su captura y prisión conjunta. Sobre ellos también la película se hace eco de la acusación de traición. Y no sólo convierte en eje de sus escenas esta explicación, sino que toma partido en la polémica que viene dándose sobre cuál de los dos develó la presencia del Che en Bolivia. El filme muestra cómo Debray es torturado en una golpiza, y cómo, en una pieza contigua, intacto a Ciro Bustos realizando una serie de dibujos de la guerrilla para informar al Ejército. Estos dibujos de los guerrilleros fueron efectivamente realizados por Bustos, conjuntamente con las más relevantes descripciones de los lugares de escondite de provisiones y armas de la guerrilla (Saucedo Parada, s/f, 40). Sin embargo, Bustos, en su libro reciente El Che quiere verte, presenta su propia explicación de lo sucedido y asegura que “nunca ejercieron la tortura” (Bustos, 2007, 380) sobre ellos. Más allá de la explicación que Bustos tiene sobre su colaboración –que merece ser considerada por su significativa verosimilitud–, la película muestra inmediatamente un dibujo en extremo similar a la imagen del Che con la cabellera larga como tenía en su momento de captura y en extremo similar al caracterizado por Benicio del Toro sugiriendo la traición al revelar esta información.

El dibujo de la película es significativamente diferente al que Bustos realizó del Che. El dibujo real, aunque similar al Che, principalmente por las protuberancias características de su frente, no es idéntico a él al momento de la captura. Es más, en él se puede ver con claridad el pelo en crecimiento –en el medio de su cabeza– ya que se había pelado para poder ingresar a Bolivia con un pasaporte falso. Al contrario, algunos de los otros dibujos de los demás guerrilleros tienen un parecido extremo que en este caso no se respeta, justificando tal vez así la explicación de Bustos que habría seguido la orden del Che de intentar hasta lo último no divulgar su presencia al Ejército. Abajo se pueden ver las dos imágenes, la de la película y con menor nitidez una copia del original. Frente a esto cabría preguntarles a los realizadores del filme por qué utilizaron ese dibujo. Y por qué, por un lado, han sido tan estrictos con las caracterizaciones de cada uno de los personajes (se ajustan de manera sorprendente al detalle de la vestimenta utilizada por el Che, su morral, y hasta lo que en Bolivia se denomina “cachucha”, un tipo especial de boina que utilizó en la guerrilla en este país), y, por otro lado, poco rigurosos en la construcción de la escena, descartando la posibilidad de mostrar el dibujo original fácilmente conseguible.

A la vez la escena destaca la colaboración de Bustos por sobre la de Debray, mientras que desde el lado de los interrogatorios, tanto el militar boliviano Gary Prado (Prado, 1987, 110-112) como el agente de la CIA Félix Rodríguez (Rodríguez, Weisman, 1989, 136) afirman un acuerdo y colaboración previo de Debray con los militares bolivianos. A eso se debe sumar una carta perteneciente a Debray que el biógrafo Pacho O’Donnell recibió de Humberto Vázquez Viaña, en la que se revela su acuerdo con los militares de revelar la presencia del Che pero no hacer pública esta información de colaboración de su parte (O’Donnell, 2003, 446-447). El Che mismo el 30 de junio en su diario pone en duda su resistencia, agregando más dudas a la posición de Debray:

…dijo que el Ejército se estaba enfrentando a guerrilleros perfectamente entrenados… Se basa en las declaraciones de Debray que, parece, habló más de lo necesario aunque no podemos saber qué implicaciones tiene esto, ni cuáles fueron las circunstancias en que dijo lo que haya dicho. (Guevara, 1989, 266)

La polémica de cuál de los dos traicionó al Che pierde sentido cuando se sabe que el Ejército boliviano ya tenía plena certeza de su presencia no sólo por otros desertores de la guerrilla previamente capturados (Cupull, González, 1992, 96-98), sino por el material de la guerrilla encontrado por el Ejército con anterioridad.

Para finalizar, es necesario destacar que la película en sí es de calidad, por lo que merece ser vista, aunque no es simplemente una adaptación a la cual puedan serle permisivas estas posiciones mínimamente polémicas. El adoptar para sí la lectura sistemática de la traición como eje en torno al cual gira la explicación de la acción y el resultado de la guerrilla en Bolivia, cargar las tintas en terceros, en un “otro” externo a la propia preparación, organización, desarrollo y a la propia concepción del proyecto, obstruye cualquier capacidad de conocimiento real y efectivo de los acontecimientos concretos. Por tanto, esta forma imposibilita el entendimiento de lo que le sucedió a la guerrilla del ELN en Bolivia y de las determinaciones reales que posibiliten así su crítica.

Bibliografía


Anderson, Jon Lee, Che Guevara, una vida revolucionaria, Ed. Anagrama, Barcelona. 2006
Cupull, Adys; González, Froilán, De Ñacahuasú a la higuera, Ed. Política. La Habana, 1989
Cupull, Adys; González, Froilán, La CIA contra el Che, Ed. Política. La Habana, 1992
Bustos, Ciro, El Che quiere verte, la historia jamás contada del Che. Ed. Vergara, 2007
Garcés, María del Carmen, La guerrilla de Ernesto Che Guevara en Bolivia, antecedentes, preparativos, acciones, discursos, declaraciones, proclamas, testimonios, entrevistas, diarios. Ed. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 2007
Guevara, Ernesto, El diario del Che en Bolivia, Ilustrado. Ed. Política, Edición a cargo de Adys Cupull, y Froilán González,La Habana, 2000
Longoni, Ana, Traiciones, La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión. Ed. Grupo Norma. Argentina 2007
O´Donnell, Pacho, La vida por un mundo mejor Che, Ed. Sudamericana, Argentina, 2003
Prado Salmon, Gary, Como capture al Che, Ed B. Bolivia, 1987
Rodriguez, Felix y Weisman, John Shadow warrior, the CIA hero of a hundred unknown battles, Ed. Simon & Schuster, New York, 1989
Sacrificio– Who betrayed Che Guevara?”, película, dirigida por Erik Gandini and Tarik Saleh, 2001
Saucedo Parada, Arnaldo, No disparen…soy el Che, Ed. Oriente, Bolivia, s/f
Soria Galvarro, Carlos, El Che en Bolivia, documentos y testimonios, Ed. La Razón, La Paz, septiembre de 2005. Cinco Tomos.
Ustariz Arze, Reginaldo, Vida, muerte y resurrección del Che, Ed. Brasbol, Cochabamba, Bolivia, 2002
Vázquez Viaña, Humberto, Una guerrilla para el Che, Historia de la guerrilla del Che en Bolivia, antecedentes, Ed. R. B., Santa Cruz de la Sierra, 2000 (Hay nueva edición Ed. El País, Santa Cruz de la Sierra, 2008)
Vázquez Viaña, Humberto, entrevistas, agosto y septiembre, 2002

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Los sapos de Pino Solanas

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La gran familia de la centroizquierda

Pino Solanas, Yasky, Buzzi, De Genaro

ENTREVISTA A MATÍAS MAIELLO

Ya se encuentra disponible en www.ips.org.ar y a partir de la semana próxima en las principales librerías del país, el nuevo número de Lucha de Clases. En la revista se abordan debates fundamentales de la situación nacional sobre la estructura económica durante los gobiernos kirchneristas, el régimen político, el rol de los sindicatos, los intelectuales, los proyectos de la centroizquierda, el papel de la renta agraria en la economía argentina y el clientelismo político. Sobre estos temas escriben Christian Castillo, Fredy Lizarrague, Matías Maiello, Esteban Mercatante, Pablo Anino, y Paula Varela. Junto con esto, Paula Bach analiza desde el marxismo las principales tesis de John Maynard Keynes. Milton D’León y Ángel Arias desarrollan la situación actual del movimiento obrero en Venezuela. La revista se completa con la sección “Reseñas”, donde Demian Paredes escribe sobre John Updike y Andrea D’Atri sobre Judith Butler. Como anticipo de la revista presentamos a los lectores de LVO una entrevista a Matías Maiello sobre los proyectos de la centroizquierda. En el próximo número entrevistaremos a Paula Varela sobre los debates en torno al clientelismo político.

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miércoles, 3 de junio de 2009

Entrevistas: MARIE MONIQUE ROBIN

Autora de "Escuadrones de la Muerte", ver más en www.tvpts.tv

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Lombroso saluda a Hobbes: la peligrosidad en la piel y la seguridad como salida

Por Nicolás B., politólogo y docente de Ciencia Política, UBA.



La llamada “cruzada de la inseguridad” se ha instalado recientemente, como un tema que acapara gran parte del panorama político actual. Esto, a fuerza de repeticiones compulsivas en los medios masivos de (in)comunicación, de gigantescas campañas millonarias que “machacan y machacan” y de las recientes declaraciones de “Ricos y Famosos” de la decadente farándula.

Curiosamente, se murió Alfonsín y pareciera como que el “flagelo” de la inseguridad se solucionó y desapareció de los grandes medios de comunicación. Sucede que los mass- media determinan arbitrariamente los temas a tratar y definen su agenda setting marcando el compás de aquellos asuntos que deben ser parte de la vida de millones.

Pero volviendo a la inseguridad, si los dichos mediáticos de los famosos prendieron la mecha, las marchas de sectores medios-altos, chetos y acomodados de barrios pudientes de la capital y GBA que claman por la seguridad (de su propiedad), pasean la mecha de aquí para allá.



La oposición burguesa (Carrió, UCR, PJ disidente, etc.) también se subió al tren de la mano dura, mostrando que sigue estando al tope de su “temario político” en momentos pre-electorales. El empresario PROperonista Francisco De Narváez es el extremo de esta posición, siendo el único eje de su política, con miles de carteles gigantes, páginas Webs, mapas y minutos televisivos. ¡Un verdadero monocorde reaccionario!

Recordemos que “la seguridad” ya fue un tema que copó la agenda no hace mucho, cuando el (falso) Ingeniero encabezó grandes movilizaciones y el gobierno votó a su pedido las llamadas ´leyes Blumberg´ de mano dura, baja de la edad de imputabilidad, etc.

También, para completar el panorama, hay un amplio muestrario de frases y declaraciones mediáticas a favor de la pena de muerte, la mano dura y la tolerancia cero, que quedan sonando en el vacío, con un eco que se amplifica como en una caverna.

Estas declaraciones que desbordan xenofobia y denigración furtiva se traducen, rápidamente, en repulsión por las clases bajas y los sectores empobrecidos.

Es que los capitalistas y las clases altas están siendo previsores. Están viendo más allá y, con la crisis económica mundial como telón de fondo, vislumbran mayores enfrentamientos de envergadura y nuevos estallidos donde, a fuerza de comparaciones, el diciembre de 2001 puede ser solo “un juego de niños”. Como dice el dicho popular “Prever es mejor que curar”...

Así lo hizo el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, que frente al reclamo de mayor seguridad de los vecinos de La Horqueta (partido de San Isidro), no tuvo idea más retrograda que levantar un muro para mantener aislados a los cientos de trabajadores que habitan en el barrio Villa Jardín (partido de San Fernando), medida reaccionaria, que nos retrotrae a la concepción de los guetos, cuya aparición data del siglo XIV.

Pero lo interesante es la vuelta, en algunos casos, de ciertos “clásicos políticos”, si no expresamente, de manera solapada y subrepticia, que asoman detrás de ese borbotón de palabras. Clásicos que, en algunos casos como veremos, son grandes teóricos de la política y en otros berretas mercachifles políticos.

Por ejemplo, tomemos las declaraciones de Jorge Rial respecto a que “el que es asesino lo es por naturaleza” que retrotrae el corpus discursivo a un médico de principio de siglo XX, Cesare Lombroso, archiconocido por sus nefastas “teorías” racistas con el agregado novedoso de ser “innatas”.

Si bien a lo largo del siglo pasado, se repitieron los mismos argumentos y sobre todo tanto el nazismo como el fascismo lo utilizaron para determinar la pureza de la raza aria o de la identidad italiana, Lombroso fue el tétrico creador de estos postulados que planteaban que el delito esta predestinado, algo así como inscripto en tendencias innatas, grabadas a fuego en el destino prefijado de aquellos que poseen determinados rasgos físicos.

Así, ciertas formas craneales, mandibulares u orejas, son la señal maligna, el signo que denota maldad, perversión y delincuencia grabado en “el cuerpo del delito”. La luz roja se prende, el peligro late, la paranoia aumenta y los viejos herejes quemados en la hoguera en plena Edad Media reaparecen en los hombres que llevan “la marca indeleble del delito”.

Lombroso, este médico dedicado a la criminalística era adepto a salidas extremas y plantea que "En realidad, para los criminales natos adultos no hay muchos remedios: es necesario o bien secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, o suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna demasiado peligrosos"

La “supresión” a la que se refiere no es otra cosa que la aniquilación física, la pena de muerte, o pena capital, para aquellos que “de cuna”, llevan tatuado la predestinación delincuente. Pena capital que, como dice el dicho popular en Estados Unidos es exclusivamente “para los que no poseen capital”.

No hay que extrañarse por estas “barrabasadas” de las que ya ha pasado más de un siglo porque, en un sentido, no se está muy lejos. O ¿Acaso la baja en la edad de imputabilidad que pregonan algunos no tiene como punto de llegada estos ridículos planteos?


Quino, el famoso humorista, tiene un chiste lombrosiano (obviemos la ausencia de humor en la narración de un chiste gráfico) que retrata a un comisario realizando un operativo y explicando a un periodista que lo interroga, que han avanzado muchísimo en las técnicas de prevención del delito mientras, en el cuadro siguiente, se ve a unos policías apresando bebés y colocándolos en un camión celular.

Otra versión criolla de un caso al cual se le aplicó el “lombrosianismo” fue el famoso Petiso Orejudo, denominación dada a Cayetano Santos Godino que, a principio de siglo XX, perpetuó crímenes contra niños, a quienes asesinaba violentamente. Las características físicas este hombre dieron lugar a variadas teorías que abordaban la cuestión desde sus rasgos físicos, su distorsión ósea, etc.

Pero en aras de obtener analogías, el inglés Thomas Hobbes, uno de los padres del materialismo inglés y fundador de lo que luego se conoció como filosofía política moderna, nos acerca su “salida política” similar (en parte) a la que piden estos personeros de las clases altas contra los sectores plebeyos y pobres.

Los planteos de Hobbes en pleno siglo XVII, se construyen a través de ciertas premisas del hombre inscriptas, también, en “la condición natural del género humano”.

Hobbes plantea que la igualdad que prima entre los hombres en Estado Natural, en cuanto a sus capacidades físicas y mentales, genera una competencia permanente ya que desean las mismas cosas y se convierten en enemigos que tratan de dominarse y matarse unos a los otros. Así se constituye un verdadero estado de guerra de todos contra todos, en donde la desconfianza y el miedo a la muerte deviene motor principal de las acciones humanas. Cada hombre es enemigo declarado de los demás y la vida en este estado es “solitaria, torpe, tosca, embrutecida y breve”. Recordemos las frases de Marcelo Tinelli respecto a que él y su familia tienen que vivir aislados y encerrados entre las rejas electrocutadas de su country. Y cuando sale, lo espera el robo, la guerra, la muerte (“por el pancho y la coca”), la incertidumbre, etc.

Con esto, se delinean las premisas para la necesaria constitución de un Estado fuerte cuyo principal objetivo sea mantener la seguridad de sus súbditos. Eliminar este terrible Timor Mortis inscripto en el Estado Natural del Hombre.

Así, los individuos pactan entre si derivar todo el poder en manos de un soberano que tiene la capacidad de descargar todo el peso de la ley y la violencia sobre aquellos que “atenten contra la seguridad del cuerpo social”.

Los famosos de la fachándula son “hobbesianos sin saberlo” y su pedido de mano dura no hace más que fortalecer un Estado represivo que pone toda su fuerza en reprimir a las clases bajas, a los trabajadores y a los sectores de izquierda.

Volviendo al mundanal ruido, los planteos de combatir el delito endureciendo las penas y fortaleciendo a las fuerzas represivas tiene consecuencias concretas y se las encuentra en los aberrantes números que grafican los casos de gatillo fácil, torturas y hasta desaparición a los jóvenes de las barriadas populares del Gran Buenos Aires. El caso de Luciano Arruga, recientemente desaparecido (31/01/09) en el barrio de Lomas del mirador es paradigmático de este tipo de accionar policial que, luego de pegar, maltratar y torturar, “elimina la evidencia”. Luciano aún se encuentra desaparecido.

La policía es la única empresa estatal que funciona a la perfección “gerenciando” el narcotráfico, los secuestros express y toda clase de delitos que se suceden a lo largo y ancho del país, los cuales los medios se cuidan de mostrar.

El “pequeño delito” que llevan adelante los sectores empobrecidos, plebeyos y las clases bajas son de una cualidad diferente al “gran delito” que queda monopolizado por los grandes evasores de impuestos, las grandes empresas que contaminan el medio ambiente, la corrupción de los políticos burgueses y la red de delincuencia controlada por la descompuesta policía provincial y federal.

Todas las salidas de mano dura y mayor represión ignoran obvios condicionamientos sociales que son la madre de todas las explicaciones sobre el aumento del delito. O ¿Es que acaso no tienen nada que ver las exorbitantes cifras de miseria y pobreza que todavía se siguen registrando en nuestro país? O ¿Acaso estamos hablando de otra cosa cuando el 25% de los jóvenes de entre 18 y 25 años esta desocupado?

Hay que oponerse tajantemente a toda intentona reaccionaria cuya bandera sea la seguridad y la militarización de la pobreza. Solamente atacando las ganancias capitalistas y haciendo que la crisis la paguen ellos, que son quienes la generaron, se podrá terminar con la situación de miseria, hambre y pobreza, verdadera causa de la delincuencia y la descomposición social de los sectores populares.

Asimismo, desarticular el principal aparato de represión que posee esta misma clase, plagada de genocidas que actuaron en la dictadura y protagonista permanente de la “inseguridad” de miles de personas en los barrios pobres, se torna una necesidad.

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martes, 2 de junio de 2009

Mural de Luciano que inauguramos en Ramos en Página12


UniversidadMartes, 2 de Junio de 2009

Un mural por Luciano




Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) inauguraron un mural por la “aparición con vida ya de Luciano Arruga”, el joven de 17 años cuyo paradero se desconoce desde el 31 de enero pasado. El mural se presentó la semana pasada en el aula Roberto Carri, la 201 de la sede de Parque Centenario, con la participación de más de cien alumnos y docentes de diferentes carreras. Estuvo Marcelo Morigi, integrante de la comisión de familiares y amigos de Luciano, quien contó las actividades que vienen desarrollando en reclamo de su aparición con vida. El mural fue realizado con cerámicos donados por la fábrica Zanon –bajo gestión obrera– que exhibe la cara de Luciano con la leyenda “Ni perdido, ni ausente. Secuestrado y desaparecido” (ver foto). La organización estuvo a cargo de la agrupación estudiantil En Clave Roja, la agrupación de mujeres Pan y Rosas y alumnos independientes.


Link a la nota:http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/universidad/10-125961-2009-06-02.html

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lunes, 1 de junio de 2009

El Pacto de Impunidad y las “Felices Pascuas”



Bignone de la Junta Militar saliente en el traspaso del mandato presidencial a Alfonsil (1983)



SOBRE EL ALFONSÍN DE LOS PACTOS Y LAS CONCESIONES QUE AÑORA LA BURGUESÍA


Por Facundo Aguirre - LVO

Como parte de la construcción del mito alfonsinista, los operadores ideológicos de la prensa y la oposición burguesa reinterpretan el pasado argentino en función de explicar el gobierno de Raúl Alfonsín como un gobierno cuyos pactos y concesiones frente al FMI, los militares y los empresarios, fueron necesarios para preservar la democracia.


El contenido de la democracia (burguesa) alfonsinista

El radicalismo de Alfonsín se presentó en 1983 como el gobierno que prometía el cambio mediante la preservación de la democracia burguesa. “Con la democracia se come, se educa y se cura” era su lema. Coqueteaba así con la idea de disputar la representación histórica de los movimientos populares que expresaban el odio y el rechazo a los militares y exigían una solución a las penurias de las masas. Pero una vez en el poder se puso al servicio de la burguesía argentina, que quería mantener su poder de clase y recomponer a las Fuerzas Armadas y la burocracia estatal heredada de la dictadura.

El radicalismo se planteaba evitar que el pueblo movilizado impusiera el juicio y castigo a quienes cometieron crímenes en su contra. El temor de la burguesía era que esta movilización fuera más allá y amenazara la propia estabilidad del Estado capitalista.

Con ese fin, el alfonsinismo montó el Juicio a las Juntas Militares en 1985, que terminó condenando a Videla, Massera, Agosti, Viola y Lambruschini, para dejar impunes a miles de genocidas. El argumento que esgrimen los apologistas de que fue lo más lejos que llegó una democracia en condenar los crímenes de Estado habla verdaderamente mal de su concepción de la justicia y la democracia, a la que entienden como un acto de moderación para calmar a las conciencias inquietas y salvar efectivamente las instituciones.

Felices Pascuas

Pero el gobierno radical cedió aún más a las presiones militares e impuso en 1986 la Ley del Punto Final, poniendo fecha límite a la presentación de las causas contra los militares genocidas y que debido a la avalancha de las causas, fue uno de los disparadores que provocó el estallido de la crisis de Semana Santa de 1987. Para los alfonsinistas tardíos la política del ex presidente ante este acontecimiento no fue lo suficientemente valorada ya que, según dicen, actuó lo mejor que pudo para preservar la democracia en peligro frente a la asonada militar.

La crisis de la Semana Santa de 1987 termino con el idilio del progresismo con la UCR alfonsinista. Fue una crisis política extraordinaria que desató una gran movilización popular, que por un lado, se plantó en defensa de las libertades democráticas, y por el otro, apuntó directamente contra los cuarteles y las FF.AA. En esta Semana Santa quedaron expuestos los límites insalvables de la política democrática burguesa para resolver el problema del genocidio, porque quien está en el banquillo de los acusados es el mismísimo Estado capitalista.

Recordemos lo que sucedió. El disparador fue la negativa del Mayor Barreiro a presentarse frente a la justicia, lo que provocó el levantamiento del Teniente Coronel Aldo Rico que copó el cuartel de Campo de Mayo. Las FF.AA. se negaron a reprimir a los militares rebeldes. El General Alais, a cargo de la tarea, se hizo famoso por no llegar nunca a destino. Como respuesta, una gigantesca movilización popular se convocó desde el mismo jueves de Pascua en Plaza de Mayo.

El pico de la movilización fue el domingo de Pascua donde ya varios miles se comenzaban a movilizar a Campo de Mayo bajo la consigna: “Si se atreven, les quemamos los cuarteles”. El alfonsinismo, temeroso de la movilización desatada, optó por salvar a los militares rebeldes de la furia popular. En esta línea contó con el apoyo de toda la superestructura política burguesa.

Fundamentales fueron en este sentido Antonio Cafiero (otro político al que la muerte de Alfonsín le brindó una resurrección pública), en representación del peronismo renovador y Saúl Ubaldini. El papel del peronismo fue fundamental para contener la movilización popular y mantener fuera de escena a los trabajadores que eran los que podían quebrar la intentona militar si eran convocados como fuerza social a través de la movilización organizada y la huelga general. Pero la CGT estaba subordinada a la política del peronismo renovador y acompañaron a Alfonsín en su política de desmonte de la movilización. Los dirigentes de la renovación, Cafiero incluido, fueron parte de la delegación que va con Alfonsín a Campo de Mayo y que frena a los manifestantes que quieren entrar a los cuarteles para ajustar cuentas con los militares sublevados. La CGT en lugar de llamar a la huelga general indefinida -que se dice, pensaban convocar el lunes posterior al domingo de Pascuas- se sumó a los dirigentes empresarios, el peronismo, el PI, el Partido Comunista y la mayoría de los partidos legales (con la excepción de las Madres de Plaza de Mayo, el viejo MAS y el PO que denunciaron la capitulación) y firmaron el Acta del Compromiso Democrático, donde se cedía a la petición de Rico sobre “el debido reconocimiento de los niveles de responsabilidad de las conductas y hechos del pasado” que más tarde va a dar a luz a la Ley de Obediencia Debida.

Alfonsín llamó a los manifestarse a desconcentrarse con su famoso “Felices Pascuas, la casa está en orden, no hubo sangre en Argentina” pero la sangre que protegía era la de los genocidas.

Partidos de la impunidad

Contra lo que dicen sus apologistas, el alfonsinismo no fue una fuerza democrática consumida por el boicot de los grupos de poder y las exageradas demandas populares que no comprendían la gravedad de la situación. El radicalismo expresó una política puesta al servicio de la reconstrucción del Estado de la burguesía argentina, contra las demandas democráticas y sociales de las mayorías populares.

El gobierno de Raúl Alfonsín pactó para “salvar” a la democracia con los que se levantaron contra ella o fueron parte del genocidio, contra la movilización popular y de esa manera terminará de condicionar las características del régimen político pos dictadura. En lo económico (tema que en esta nota no tratamos) pactó con la burguesía surgida del Proceso, los Capitanes de la Industria, y con el FMI en contra de las necesidades de la mayoría popular. Lo mismo sucedió en los ’90 con el Pacto de Olivos con el menemismo que consagró jurídicamente con la Constitución del ’94 la entrega nacional. El alfonsinismo fue el pionero del Pacto de Impunidad con los genocidas y sus cómplices civiles (que fue la condición institucional para llevar adelante el plan de salvataje de las FF.AA.) que caracterizó a estos 26 años de democracia para ricos. Los apologistas del alfonsinismo lloran la pérdida de un ejemplo de moderación y componendas, para servir a los intereses de la burguesía argentina y el imperialismo.

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